El hombre que amaba a los perros
El hombre que amaba a los perros es una novela escrita por el autor cubano Leonardo Padura. El libro, que ronda entre la fina frontera entre la ficción y la realidad, cuenta la historia de Ramon Mercader, el militante español encargado de asesinar a Trotsky en la ciudad de México. Padura demuestra que es uno de los mejores novelistas de nuestro tiempo desplegando una historia que se desarrolla desde varias coordenadas y épocas. El personaje principal, un escritor sin mucho éxito de La Habana, recrea sus encuentros con el hombre que amaba a los perros y revela el secreto más profundo de su vida: aquel hombre con el que solía encontrarse en las tardes en la playa era el culpable de uno de los asesinatos que habían estremecido al mundo.
Esta
novela, lejos de recrear la historia y
de hacer una línea del tiempo de los hechos, parte desde diferentes puntos pero
todos se entrelazan con coherencia. Así el lector se adentra al frio del exilio
de Trotsky, su huida de Moscú, su estadía en Paris hasta su llegada a la ciudad
de México. Vemos a un personaje mítico convirtiéndose en un hombre de carne y
hueso que llora la muerte de sus hijos , que cae enamorándose de Kahlo y que se equivoca al ser amigo de su asesino. También
conocemos el trágico destino del español Ramon Mercader que creció para ser el héroe
de una causa perdida y la vida de Iván quien es el que se encarga de hilar las tres
historias, desde una Cuba que se hunde poco a poco en la pobreza.
Así
haya leído este libro hace ya más de un año sus paginas me recorren, sus
paisajes me habitan, sus palabras aun me tocan. Un libro más que recomendado.
"La verdadera grandeza humana está en la práctica de la bondad sin condiciones, en la capacidad de dar a los que nada tienen, pero no lo que nos sobra, sino una parte de lo poco que tenemos. Dar hasta que duela y no hacer política ni pretender preeminencias con ese acto, y mucho menos practicar la engañosa filosofía de obligar a los demás a que acepten nuestros conceptos del bien y de la verdad"
"La verdadera grandeza humana está en la práctica de la bondad sin condiciones, en la capacidad de dar a los que nada tienen, pero no lo que nos sobra, sino una parte de lo poco que tenemos. Dar hasta que duela y no hacer política ni pretender preeminencias con ese acto, y mucho menos practicar la engañosa filosofía de obligar a los demás a que acepten nuestros conceptos del bien y de la verdad"
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